sábado, 16 de junio de 2007

“CADA QUIEN SU FRIDA!”, UN HOMENAJE AL ESPÍRITU DE LUCHA DE KAHLO


Cuba Escena

Bajo la dirección y dramaturgia de Ofelia Medina, anoche se presentó en el Teatro de la Ciudad el espectáculo musical Cada quien su Frida!, que ofrece una Frida sin sufrimientos físicos, pero sí sociales, que lucha por los derechos del pueblo mexicano.

La producción escénica, que registró un lleno total, mostró a la Frida humana, que desplazó a la artista plástica para dar paso a los sentimientos, las tristezas y recuerdos; que también dejó ver el lado desnudo de la figura sentimental de Diego Rivera (1886-1957).

Con una gran imagen de Frida Kahlo (1907-1954) al fondo del escenario, y en medio de la intimidad de su recámara, el público pudo conocer un aspecto más de la pintora, el de la luchadora social, preocupada por el pueblo mexicano.

Basada en la biografía de Diego Rivera que escribiera Loló de la Torriente y el diario de la propia Frida Kahlo, la obra describe en detalle lo más hondo de su vida y lo más vigoroso de su pensamiento en tres fases simultáneas.

Cada quien su Frida, inicia con Frida Caloquita (Teresa Ruiz), la joven que sale envuelta en vendas, colocadas en sus piernas, mientras otra Frida (Ofelia Medina) se encuentra en una silla de ruedas.

Momentos después, Caloquita es colocada en una mesa, ayudada por una mujer en zancos, quien poco a poco le quita las vendas y después la acuesta, para luego escucharse gemidos, no de dolor, sino de placer, al momento en que la Frida en silla de ruedas, también lo siente, sin dejar de fumar su cigarrillo.

Con una pequeña pausa, aparece Dafri, quien personifica también a Frida, la medular, en el umbral de la muerte.

Los momentos en que Frida pasaba de la alegría a la tristeza, pero sin perder el sentido por la vida, al brindar siempre con su caballito de tequila, aquellos sucesos importantes de su vida, sin dejar de amar a su “panzón” Diego Rivera, de quien a pesar de haberse peleado varias veces, nunca dejó de amarlo.

Rodeada siempre por sus seres queridos, amigas cercanas como la fotógrafa Tina Modoti y sus enfermeras, Frida armaba fiestas con amigos músicos que llegaban a su casa de Coyoacán, para hacerla olvidarse un poco de los problemas que pasaba el país.

Aún con dolores físicos por su enfermedad y por el accidente que sufrió, trataba de disfrazarlos siempre con gritos de vida, de lucha y de felicidad, por estar al lado de su amor Diego Rivera.

Sin embargo, llegó la última fase de esta historia que fue la Frida Calaca (Miriam Balderas), quien siempre estuvo a cada momento a unos pasos de la otra Frida (Ofelia Medina), que siempre trató de llevársela, ante la resistencia de la artista plástica.

Con música tradicional, Frida llegó a su fin, un fin que se convirtió en un principio de lucha desde aquellos años de vida de la artista, por defender los derechos del pueblo.

Luego reunidos todos en el escenario interpretaron el corrido de lucha, que proclamaba un mejor país, la defensa de los ciudadanos mexicanos, ante la algarabía del público.